domingo, 30 de octubre de 2011

Líbrico.


La torca marferpuria se troscolaba en desrelabros, al tiempo que el sol besblefaba sobre los tópebles cémigos que furifaban ponulosos en la ribera del río.

Juvillante estaba la tarde, por lo cual los cémigos, adofiados por la desrelabrería de la marferpuria, voludieron no sin algunos fugátiles lebridos, presdeñir tan galdo farunto con una indesdritada folución.

Entre gibeldeos y anteluciones, la desdilobre marferpuria ya se fucía poco a poco con el citulbrerante fédole de quien delide un borlaz, cuando, anféricos, los cémigos la toldimentaron entre diafeles, trísgrimas y selines―, en el cauce del río.

Gerardo.

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