miércoles, 5 de octubre de 2011

aloH

No tengo más recurso que mis dedos y las teclas. No consulto, no me pregunto. Imagino una letra, luego una sílaba, una palabra. Oración, párrafo, inmensidad. Así se nace cuando se es un escrito, cuando te forman y te conformas. Si somos una página en blanco, que venga alguien y nos haga borrador. Quiero errar.


Me paso el tiempo y pienso si vale la pena expresarse sin mirar a los ojos. Cómo me gustaría plantarme enfrente de todos y observarles; sonreírles y hacerles ver que no todo es tan en serio. Así, fácil pero encantador.


No me tomen a mal, también tengo una imaginación, una que me deja verlos a todos como un solo expectador. Tienen cara de serios y exigentes, pero en el fondo son blanditos y con ganas de seguirme el juego. Jueguen y sean niños, crezcan por fuera y crezcan al revés por dentro.


Así como las líneas me salen sin sentido, así también me confundo poco a poquito. Un día estaré tan confundida que empezaré a ser coherente, comenzaré a ser normal y tal vez llegue a usar portafolios. No quiero mirar atrás y extrañar, sólo quiero seguir adelante y renacer todos los días.


Con un cabello que desconoce las cerdas de un cepillo, unos labios rojos de la paleta, unos jeans desgastados y unos ojos tristes, que sólo quieren mirar suave y pausado. Con portafolios y traje sastre, pero por dentro este pedazo de humano perdido.


Quiéranse con sus cuerpos desgarbados, léanme como si estuviera hablando con media sonrisa en la cara.
Sean sus libros y escríbanse la vida entera. No me busquen la cara, porque de seguro la tengo pintada con plumones o agüita de los ojos.


Sean libres dentro de la piel, saquen la lengua hasta que se les seque, lean clásicos y saquen a pasear a sus perros. Yo aquí siempre estoy para cuando quieran escuchar el silencio.










C. C.







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