G.
Laberinto se queda corto
París, 1963.
lunes, 30 de enero de 2012
Repeticiones.
Buscar en quiénsabedónde el quiénsabequé por el cual quiénsabecómo ni quiénsabecuándo decidió quiénsabeporqué quedarse. Reiteración del quién por el único motivo de ser lo único seguro.
lunes, 28 de noviembre de 2011
La salida del viejo
Vestía una bata azul marino y unas clásicas pantuflas de abuelo el día que olvidó que estaba
atrapado en su cuerpo, en su casa, en sus recuerdos, en sus anhelos y en su prisión más
grande: él. Con una taza de café insípido en una mano y un cigarrillo en la otra, como solía
acostumbrar, dio un paso fuera de la casa hacia su porche. Era demasiado tarde para olvidar
esto que creía olvidar o que pasaba por alto. Se desplomó sobre una pila de periódicos
acumulados al pie de la puerta cuyas fechas se remontaban a ya unas semanas atrás, y
escapó, para siempre, de todas esas cárceles que lo habían estado aprisionando.
Alex P.
atrapado en su cuerpo, en su casa, en sus recuerdos, en sus anhelos y en su prisión más
grande: él. Con una taza de café insípido en una mano y un cigarrillo en la otra, como solía
acostumbrar, dio un paso fuera de la casa hacia su porche. Era demasiado tarde para olvidar
esto que creía olvidar o que pasaba por alto. Se desplomó sobre una pila de periódicos
acumulados al pie de la puerta cuyas fechas se remontaban a ya unas semanas atrás, y
escapó, para siempre, de todas esas cárceles que lo habían estado aprisionando.
Alex P.
domingo, 30 de octubre de 2011
Líbrico.
La torca marferpuria se troscolaba en desrelabros, al tiempo que el sol besblefaba sobre los tópebles cémigos que furifaban
ponulosos en la ribera del río.
Juvillante estaba la tarde, por lo cual los
cémigos, adofiados por la desrelabrería de la marferpuria, voludieron ―no
sin algunos fugátiles lebridos―, presdeñir tan galdo
farunto con una indesdritada folución.
Entre gibeldeos y anteluciones, la desdilobre marferpuria
ya se fucía poco a poco con el citulbrerante fédole de quien delide un borlaz,
cuando, anféricos, los cémigos la toldimentaron ―entre
diafeles, trísgrimas y selines―, en el cauce del
río.
Gerardo.
No me gustan los títulos
Extrañaba esta sensación, la de tener el poder absoluto. Tomo un mechón, lo observo durante un rato y entonces...
No necesito mucho; unas tijeras filosas y determinación. ¿Qué cómo se siente? Se siente como avanzar en el tiempo, como que segundos antes eras una y ahora te deshaces del pasado.
Tomo otro mechón y esta vez lo medito. ¿Así o más corto? Me parece que lo que importa no es el largo, sino el simple hecho de hacerlo mal. Me queda una cascada en forma de escaleras, así como me gusta; raro, disparejo y despreocupado. Luego crece, lento para sentir el corte radical en el futuro. Para que me sienta renovada después de tanto tiempo de ser mi pasado. Ya me cansé de ser pasado.
Ahora miro y pienso que qué bonito se vería corto, como para no tener que lidiar con cuidarlo. Luego sonrío al descubrirme envuelta en insensatez. Por más que lo ahogo en el pasado, no puedo vivir sin él.
Cayendo poquito a poco, con esa magia lenta que tienen las cosas ligeras de caer. Me corto la rutina, me corto todas las noches que me miré a los ojos, aburrida. Ya me cansé de ser aburrida.
Espera a que el día abra los ojos y me contemple sorprendido, pues apenas ayer dejó una cabecita intacta, soñadora. Se rebeló y tiró los mechones a su espalda. Tan pequeños en el suelo, diminutos, invisibles, del pasado. Como recién comprada, cortando hasta con los ojos cerrados, imaginándote unas olas en movimiento sobre tu coronilla, deshaciéndote en emoción.
Si supieran lo que siento cuando lo hago, si supieran que no solamente significa unos cuantos pesos ahorrados para mí. Es mucho más que sólo tomar las tijeras con cariño y deslizarlas suavemente con libertad.
Termino poco a poco, encontrándome con que ya no necesito cortar más. Tijeras, ayúdenme a reencontrar la necesidad; estoy tan aburrida de crecer, de no encontrarme con otra cosa que ser grande. Ya me cansé de ser grande.
Y así, recogiendo los despojos, me limito a sonreír con lágrimas en los hoyitos. Ojalá el cabello no creciera infinitamente, ojalá me dejara olvidarme de los recuerdos. Con las puntas tocándome la espalda, con unas raíces caducas y un tiempo de vida indefinido, con el mismo cabello de siempre; el único, el finito.
Deja las tijeras a un lado y acaricia tu inexistencia; aprende a sellar tu maldito ayer y despréndete del arrepentimiento. Ya me cansé de ser arrepentimiento.
C.C.
No necesito mucho; unas tijeras filosas y determinación. ¿Qué cómo se siente? Se siente como avanzar en el tiempo, como que segundos antes eras una y ahora te deshaces del pasado.
Tomo otro mechón y esta vez lo medito. ¿Así o más corto? Me parece que lo que importa no es el largo, sino el simple hecho de hacerlo mal. Me queda una cascada en forma de escaleras, así como me gusta; raro, disparejo y despreocupado. Luego crece, lento para sentir el corte radical en el futuro. Para que me sienta renovada después de tanto tiempo de ser mi pasado. Ya me cansé de ser pasado.
Ahora miro y pienso que qué bonito se vería corto, como para no tener que lidiar con cuidarlo. Luego sonrío al descubrirme envuelta en insensatez. Por más que lo ahogo en el pasado, no puedo vivir sin él.
Cayendo poquito a poco, con esa magia lenta que tienen las cosas ligeras de caer. Me corto la rutina, me corto todas las noches que me miré a los ojos, aburrida. Ya me cansé de ser aburrida.
Espera a que el día abra los ojos y me contemple sorprendido, pues apenas ayer dejó una cabecita intacta, soñadora. Se rebeló y tiró los mechones a su espalda. Tan pequeños en el suelo, diminutos, invisibles, del pasado. Como recién comprada, cortando hasta con los ojos cerrados, imaginándote unas olas en movimiento sobre tu coronilla, deshaciéndote en emoción.
Si supieran lo que siento cuando lo hago, si supieran que no solamente significa unos cuantos pesos ahorrados para mí. Es mucho más que sólo tomar las tijeras con cariño y deslizarlas suavemente con libertad.
Termino poco a poco, encontrándome con que ya no necesito cortar más. Tijeras, ayúdenme a reencontrar la necesidad; estoy tan aburrida de crecer, de no encontrarme con otra cosa que ser grande. Ya me cansé de ser grande.
Y así, recogiendo los despojos, me limito a sonreír con lágrimas en los hoyitos. Ojalá el cabello no creciera infinitamente, ojalá me dejara olvidarme de los recuerdos. Con las puntas tocándome la espalda, con unas raíces caducas y un tiempo de vida indefinido, con el mismo cabello de siempre; el único, el finito.
Deja las tijeras a un lado y acaricia tu inexistencia; aprende a sellar tu maldito ayer y despréndete del arrepentimiento. Ya me cansé de ser arrepentimiento.
C.C.
jueves, 20 de octubre de 2011
Lo que fue de mí.
Solo soy un caminante de caminos que tropieza cada vez que puede y se levanta aunque le duele.
Solo soy un verso de esta estrofa y caigo con ritmo y me levanto con rima.
Solo soy ése que llega y no se queda. Ése que gana pero siempre pierde.
Solo soy una ola y me rompo con cada adiós en las rocas.
Solo soy un tarareo. No tengo letra, solo música.
Solo soy otra persona en esta fila.
Solo soy un verso de esta estrofa y caigo con ritmo y me levanto con rima.
Solo soy ése que llega y no se queda. Ése que gana pero siempre pierde.
Solo soy una ola y me rompo con cada adiós en las rocas.
Solo soy un tarareo. No tengo letra, solo música.
Solo soy otra persona en esta fila.
lunes, 17 de octubre de 2011
Falda y paraguas
Tuerso la boca, frunzo el ceño, entrecierro los ojos.
Gotas me resbalan.
Cara de lluvia y cuerpo de gota, antes agostado renace.
Pasa una figura confusa, ¿o confundida? Tal vez ambas
Cuerpo veraniego
Es ella, ¿nombre? No lo sé. Todos.
Es estío, no hay duda, está confundida y me lo dice su confusión, es estío
¿Porqué?
Falda y paraguas.- respondo, o mas bien pienso en voz alta.
Alex Padilla
Gotas me resbalan.
Cara de lluvia y cuerpo de gota, antes agostado renace.
Pasa una figura confusa, ¿o confundida? Tal vez ambas
Cuerpo veraniego
Es ella, ¿nombre? No lo sé. Todos.
Es estío, no hay duda, está confundida y me lo dice su confusión, es estío
¿Porqué?
Falda y paraguas.- respondo, o mas bien pienso en voz alta.
Alex Padilla
domingo, 16 de octubre de 2011
Pequeñita
Es extraño cuando deseas mirar hacia dentro de ti y encuentras tu infancia. Cuando llega el momento de abrazarte, y abrazas un niño.
Quieres seguir en el columpio, quieres imaginarte las estrellas, pero recuerdas que has crecido inevitablemente. Tu trasero ya no cabe en el asiento.
Es esa nostalgia, de cuando tu presente se vuelve tortuoso y deseas con todas tus fuerzas retroceder. Hacerte chiquito, inocente, tocar un insecto sin retorcerte de asco. Incluso extrañas cuando hacerle un cariño a tu madre era la cosa más natural del mundo.
Esta dureza de envejecer también me lastima por dentro. Este cuerpo que madura, esta mente que no descansa. Una mirada para dentro y otras lágrimas para fuera; te extrañas, te añoras, te deshaces en memorias. Te amas y no.
Y bueno, que crecer te acerca un poquito más a la muerte, a ese misterio que, paradójicamente, me muero por conocer. O sea tampoco me muero por morir, pero me da curiosidad.
Así las cosas, de cuando sigues siendo una niña en el recuerdo.
C.C.
Quieres seguir en el columpio, quieres imaginarte las estrellas, pero recuerdas que has crecido inevitablemente. Tu trasero ya no cabe en el asiento.
Es esa nostalgia, de cuando tu presente se vuelve tortuoso y deseas con todas tus fuerzas retroceder. Hacerte chiquito, inocente, tocar un insecto sin retorcerte de asco. Incluso extrañas cuando hacerle un cariño a tu madre era la cosa más natural del mundo.
Esta dureza de envejecer también me lastima por dentro. Este cuerpo que madura, esta mente que no descansa. Una mirada para dentro y otras lágrimas para fuera; te extrañas, te añoras, te deshaces en memorias. Te amas y no.
Y bueno, que crecer te acerca un poquito más a la muerte, a ese misterio que, paradójicamente, me muero por conocer. O sea tampoco me muero por morir, pero me da curiosidad.
Así las cosas, de cuando sigues siendo una niña en el recuerdo.
C.C.
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